Hoy Guadalajara conmemora una de las fechas más negras de su historia. Una mañana como hoy, de hace 27 años, diversas calles de la ciudad explotaron, cegando la vida de cientos de personas y marcaron la vida de miles de sobrevivientes.
Los años pasan y llegada esta fecha se vuelven a poner sobre la mesa las exigencias de las víctimas. Entre los tapatíos, prevalece un ánimo de falta de justicia y la sensación de que nunca se castigó a los verdaderos responsables de la tragedia.
Ahora son tiempos diferentes. Tanto el país, como el estado, están dirigidos por políticos que han hecho del cambio su bandera e identidad. El presidente López Obrador está frente a una oportunidad histórica de hacer un gesto que termine de cerrar la herida y haga que el Estado asuma su responsabilidad en la tragedia. Hasta el día de hoy, ni el gobierno, ni la paraestatal Pemex, se han disculpado con los tapatíos por una tragedia que no debió ocurrir.
A su vez, las autoridades locales, de la mano del gobernador Enrique Alfaro, pueden terminar de darle certidumbre a las 61 personas que forman parte del fideicomiso de las explosiones, quienes en repetidas ocasiones, en una elemental exigencia de justicia, han solicitado que se les entreguen los medicamentos que les corresponden.
La mesa está puesta para que tanto el gobierno federal, como el estatal, sean parte de la solución definitiva. La herida difícilmente cerrará, pero las acciones, sean simbólicas o de justicia hacia las víctimas, abonan a construir una nueva etapa para unos y otros. Guadalajara y las víctimas se lo merecen.