El día de ayer, vecinos de Colomos Providencia se manifestaron en la presidencia municipal para hacer visible su oposición a la edificación de hasta 22 torres de departamentos en distintos puntos de su colonia. La de ayer, es una de tantas muestras de rechazo de diversos colonos al proceso de verticalización que vive la ciudad, principalmente en la zona Centro, Real y Minerva.
El tema tiene varias aristas e implicaciones. Por una parte, tenemos una ciudad que, desde finales de los años noventa del siglo pasado, comenzó a perder población. La implicación de este punto no debe soslayarse. A menor población, menor recaudación de impuestos y menos participaciones presupuestales, tanto federales, como estatales. Por ende, al tener menos recursos públicos, las ciudades van perdiendo la capacidad de brindar servicios públicos de calidad. La pérdida de población también impacta a la seguridad y la convivencia. Crea zonas deshabitadas que paulatinamente se deterioran.
Otra arista es que las ciudades que apuestan a un modelo de desarrollo extendido y horizontal, de no ser bien planeado, tienden a generar ciudades dormitorio, sin servicios, sin conectividad y que no permiten un sano desarrollo del tejido social y la convivencia. El Área Metropolitana de Guadalajara es rica en ejemplos. Basta darse una vuelta por alguno de los fraccionamientos ubicados en Tlajomulco para constatar que dicho modelo es desastroso.
Con el modelo extendido viene el aumento de costos para dotar de infraestructura: calles, alumbrado, transporte, recolección de la basura, parques, transporte público, drenajes, seguridad pública, acceso a centros culturales, mercados, etcétera. Nada de esto se pensó cuando nuestra ciudad comenzó a desparramarse hacia el sur.
El conflicto que hoy se vive en Guadalajara entre vecinos e inmobiliarias por la construcción de torres, rara vez pone sobre la mesa esta realidad. La apuesta por convertir a Guadalajara en una ciudad compacta pasa también por un cambio cultural amplísimo. Pero también, pasa por no permitir los excesos. Hoy en Guadalajara, algunas inmobiliarias incurren en excesos, sea por corrupción, como ciertos casos validados en tribunales o por falta de reglas claras. Lo que no podemos permitir es que la ciudad siga perdiendo población y que quienes abusan para construir pisos de más o pasarse la densidad permitida, se salgan con la suya. Guadalajara tiene qué ser vertical y evitar que las torres, nos den en la torre.
NotiGDL.