El tema que volverá a poner en la mira pública la congruencia del presidente, es la elección de quien dirigirá la Guardia Nacional.
Este nombramiento se dará hoy jueves, justo dos días después de la visita oficial de la Comisionada por los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michel Bachelet.
Hablamos de congruencia, por un elemental ejercicio retrospectivo. En campaña, el Presidente pasó de exigir la salida del ejército de las calles y de las tareas de seguridad pública, a la pretensión de crear una guardia nacional militar. Este vuelco, más que un acto de pragmatismo, es una de las grandes traiciones del presidente a sus electores y la país.
El lema de “abrazos, no balazos” queda en duda y revela falsedad. Nos pinta a un político que lucró con la inseguridad para obtener votos y ocultó sus verdaderas intenciones.
La coincidencia de la visita de Miche Bachelet no es de soslayarse. En su mensaje, la ex presidente chilena, quien en su país sufrió los embates de militares, camina por un sentido opuesto a la propuesta presidencial. La participación de la ONU en tareas de capacitación y acompañamiento, provocará que las acciones de López Obrador en materia de seguridad estén bajo la lupa internacional.
De consumarse un mando militar, en activo o no, para la Guardia Nacional, el presidente estará violando un mandato constitucional, destrozará de un plumazo el acuerdo logrado en el senado y dañará la confianza de quienes de uno u otro modo le creyeron; deslegitimará a sus senadores, a sus diputados y a sus votantes, pues ¿Quién puede negociar con los legisladores de Morena si su presidente desconoce los acuerdos e impone su voluntad?
Hoy sabremos cuánto vale la palabra y la congruencia de AMLO.