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Pepe es un destacado niño jalisciense pero no pudo ir a la NASA porque le negaron la visa.

José Martín Navarro está a punto de cumplir 14 años y es un chico fantástico. Fue ganador del premio estatal de matemáticas en 2017, en Jalisco (México). En sus ratos libres escribe letras de rap y planta guayabas, guasanas, duraznos y frijoles en su patio, porque en las plantas ha encontrado su futuro: quiere estudiar herbolaria. Un pequeño detalle sobre él: Pepe es ciego.

 

En mayo de 2004, cuando su mamá lo trajo al mundo, los médicos diagnosticaron que el niño tenía hidrocefalia. Se equivocaron en el diagnóstico y en el error llevaron la penitencia. Una mala praxis ocasionó que le vertieran un líquido en los ojos. El producto le quemó totalmente la retina derecha. Y con su ojo izquierdo ahora solo ve sombras.

Aunque para su madre, Cuquita, la noticia le duró tres años de malos ratos, estrés y problemas económicos; Pepe es un chico que habla feliz y entusiasmado por las matemáticas. Eso sí, dice que le gusta por igual el rap y la herbolaria.

Este pequeño está a punto de terminar la primaria. Vive en una casa modesta en la popular colonia Miravalle, en Guadalajara. Cuando resultó ganador del premio estatal, le dijeron en la Secretaría de Educación que lo llevarían a la NASA, en Houston.

El problema es que, en diciembre pasado, el gobierno de Estados Unidos le negó la visa porque su familia no acreditó tener suficientes recursos para volver. Pero eso es un problema de los adultos que los niños no entienden. Y por dos meses, Pepe no quiso salir de su cuarto ni volver a participar en un concurso de matemáticas.

“Hicimos el trámite, pagamos para ver si nos daban la visa. Invertimos los ahorros en eso, porque queríamos llevar al niño. Pero nos negaron la visa y lo peor es que el niño terminó deprimido. Y da coraje, porque nos quedamos sin dinero: ni para la Navidad ni para la NASA” dice su padre, Rafael Martín.

Va por todo

Pepe sonríe a cada pregunta que se le hace. Trata de explicar que, en el mundo de las sombras, los números son la luz que le pueden dar un camino a seguir. Su futuro está dentro de él, no afuera, donde la burocracia le pintó una frontera imaginaria.

Quiere estudiar herbolaría porque “en los libros que tenemos, lo que vimos es que los indígenas mexicanos usaban las plantas para curar todo. Cuando la ciencia no existía como ahorita, ellos ya sabían qué hacer”.

El pasado 14 de marzo volvió a las canchas. Concursó de nuevo en la olimpiada del conocimiento. Aprendió que el mundo es difícil, sobre todo para los que no entienden que los sueños no dependen de un papel.

Aunque sabe que puede perder, está entusiasmado por participar en el Robomath nacional, que se llevará a cabo en Talent Land 2018. Nos contó sus fortalezas, que son las multiplicaciones de tres dígitos. Pero su estrategia no es ningún secreto. La ceguera le desarrolló la imaginación para resolver todo con su mente.

Quiere ser el mejor estudiante de matemáticas y competir contra quienes pueden ver los números, y no sólo imaginarlos como él.

 

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